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martes, 15 de enero de 2008

MEXICO 2006 EL FRAUDE EN LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES

Las últimas elecciones presidenciales en México fueron definitivamente degradadas por la ilegalidad. Una serie de notorias irregularidades fueron, ya desde los inicios del proceso político, las primeras señales de que el fraude electoral se estaba gestando desde diferentes instituciones, tanto públicas como privadas. Los medios masivos de comunicación, al empañar desde un principio toda la etapa publicitaria con una clara campaña de desprestigio y linchamiento político en contra del candidato Andrés Manuel López Obrador, fueron la primera parte del fraude, ya que predispusieron a los votantes con una serie de exageraciones, verdades a medias y simples calumnias destinadas a sembrar el miedo y orientar la votación a favor de los candidatos de la derecha. Es muy difícil calcular las enormes sumas de dinero que el sistema político y económico que gobierna actualmente a México debió haber dilapidado en esta primera parte del fraude político y electoral, pero es evidente que para las grandes empresas, la embajada norteamericana, la iglesia católica, el gobierno panista y los medios de comunicación masiva se trató de una inversión, ya que con posterioridad habrían de cobrarse, con el gobierno impuesto por el sistema, el gran favor político del linchamiento mediático de López Obrador.

Conforme el proceso avanzó y se llegó el momento de preparar las elecciones, nuevas y graves irregularidades y síntomas de ilegalidad se hicieron evidentes. El mismo Vicente Fox violó directamente la ley al pronunciarse públicamente a favor del candidato del PAN, como lo muestran videos y filmaciones que fueron incluso transmitidos por la televisión comercial. La iglesia católica, por su parte, dio inicio a una campaña de siembra de miedo que abarcó, desde los púlpitos, cientos de miles de localidades a lo largo y lo ancho de todo el territorio nacional. Pero aún así, las preferencias expresadas en los sondeos daban el triunfo al candidato de la Coalición por el Bien de Todos.

Finalmente, el día de las elecciones dio inicio a numerosos atropellos, violaciones a la ley e irregularidades que estuvieron claramente orientados a alterar el rumbo de la votación. Discrepancias entre los resultados preliminares por casillas y por distritos, urnas violadas, falsificación de los datos cibernéticos y muchas otras violaciones electorales retrasaron el resultado de manera similar al de otras elecciones que también habían sido fraudulentas y manipuladas, aunque por los gobiernos priistas, como la elección federal de 1988, en las que tomó el poder el infausto candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari, quien, como se sabe, fue uno de los artífices más importantes del fraude en las elecciones del 2006.

Las conclusiones que los ciudadanos mexicanos podemos sacar de todo esto no son alentadoras sino, por el contrario, sumamente decepcionantes y desmoralizadoras. Es evidente que la ardua y prolongada lucha por democratizar al estado mexicano no ha tenido ningún éxito, ya que la funcionalidad de las elecciones se hace válida únicamente cuando beneficia a los partidos controlados por la derecha mexicana e internacional, o bien cuando resultados estrictamente locales o regionales le sirven al sistema para legitimarse, en un contexto que siempre garantiza el control último del sistema a manos del gran capital, los grupos conservadores, los narcotraficantes y los intereses del capital internacional. En este contexto, la clase media mexicana, las clases de bajos recursos, los pobres y los grupos indígenas no pueden encontrar ninguna esperanza de un futuro mejor ni de ver realizado el anhelo de un México democrático y justo, basado en el estado de derecho y el estricto apego a la legalidad.

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